
La Escuela de Formación Popular, comenzó el mes de septiembre haciendo honor a sus valores y principios, y conmemoró los 50 años que se cumplieron desde el quiebre de la democracia en Chile.
La sesión, que corresponde a la primera del tercer módulo denominado “El querer de las memorias”, fue una ruta que comenzó en el memorial de la Universidad de Playa Ancha, donde el profesor Felipe Vergara hizo un recorrido histórico por los hechos ocurridos en ese periodo, y además, se nombró y recordó a todas las víctimas de la violencia militar que eran parte de la comunidad universitaria para entonces. Posteriormente, la escuela continuó la ruta de memoria hacia el paseo 21 de Mayo, donde un miembro del Proyecto Lebu y sobreviviente de la violencia estatal, nos contó sobre el rol que tuvo la Armada en el Golpe. Luego, el recorrido avanzó hasta el plan de Valparaíso, donde se encuentra el Monumento a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos por la Dictadura Militar, en calle Brasil, donde miembros de la Agrupación de Familiares de Ejecutados/as políticos y Detenidos/as desaparecidos/as de la Región, nos relataron cómo persiste su lucha por la búsqueda de sus familiares. Finalmente, nos dirigimos a Casa Memoria donde en conjunto a uno de sus dirigentes, surgieron reflexiones en torno a un ejercicio de memoria activa y análisis de la situación actual del país.
El académico de historia política y filosofía de la Universidad de Playa Ancha, Felipe Vergara, inició la ruta haciendo un ejercicio de memoria en torno a la situación educativa, política y organizativa en que se encontraba la UPLA antes de septiembre de 1973, y los estragos que esto ocasionó en la organización política, la institucionalidad y las personas víctimas del Golpe de Estado. Según nos contó, para entonces, el edificio estaba ocupado por la institución de la Universidad de Chile Valparaíso, la cual desde la década de los 60’ trabajaba en conjunto con profesionales extranjeros de la educación, en un proyecto político social de alfabetización y profesionalización de la población obrera, vinculado al territorio y al conocimiento situado.

Aquel proyecto llevaba por nombre “Plan Vera”, y para entonces, trabajaba ya en el desarrollo de escuelas técnicas para obreras y obreros, a cargo de más de 60 educadores y educadoras de países como Alemania, México, Francia, la URSS (en ese momento), entre otros. Según relató el profesor Vergara, unos días luego de haberse instaurado la dictadura civil militar en el país, el 19 de septiembre, se dictó el decreto circular Nº 13, el cuál obligaba a las y los profesionales extranjeros que estuviesen cumpliendo trabajos en las universidades públicas a abandonar sus puestos de trabajo, de lo contrario serían detenidos. “Esos profesores fueron expulsados de la universidad y algunos también fueron detenidos, pero por operaciones de agencias diplomáticas, lograron salvar ilesos”.

Según continuó su relato, inmediatamente al día siguiente del Golpe cívico militar, el Servicio de Inteligencias Navales cercó la universidad y comenzó la entrega de nombres y datos a través de la circular Nº4, que fue la nómina de aquellos estudiantes, educadores y educadoras y funcionarios y funcionarias que serían expulsados.
“De los académicos, si hiciéramos un listado, son 145 los académicos que fueron víctimas de detención, de ellos quedaron 35 algunos por apremio ilegítimo, amenazados. Un número importante de esos profesores decidió dejar la universidad ya en el año 1976. De los estudiantes, el decreto 5.550 entregó una nómina a nivel nacional de la Chile, con las diversas reparticiones, son más de 87 estudiantes que fueron expulsados, la mayoría eran estudiantes ayudantes o estudiantes en calidad de profesor auxiliar grado 18.” Sostuvo Felipe Vergara.
El académico e investigador además se encuentra trabajando una hipótesis junto a otra académica, que apunta a que a 11 meses de que el Presidente Salvador Allende asume su cargo, en la universidad “hay intervención y hay infiltración de equipos de seguridad proclive a los EE.UU, agentes de la CIA y servicios de inteligencia porque nadie se explica que fuese tan rápida la depredación política de los estudiantes, de los colegas y de los funcionarios”.
Posteriormente, el grupo de la escuela se dirigió al sector del jardín donde se encuentra el Memorial a las Víctimas de la Dictadura pertenecientes a la universidad y donde también fue remodelado el mural dedicado en su honor. Allí, las y los dirigentes sociales leyeron tarjetas que contenían los nombres y una breve reseña sobre quienes fueron las y los Ejecutados Políticos o continúan Desaparecidos y Desaparecidas al día de hoy, a quienes esta Escuela de Formación Popular, también hace honores:



Jaime Aldoney Vargas, Marcelo Barrios Andrade, Mario Calderón Tapia, Felix Figueroa Ubach, Nelson Garrido Cabrera, Cecilia Magni Camino, Gonzalo Muñoz Aravena, Fernando Ortiz Letelier, Jorge Salas Paridisi, Luis Sanguinetti Fuenzalida y Elías Villar Quijón. A todas y todos ellos, que pertenecieron a nuestra casa universitaria y también a todas y todos quienes no: no permitiremos que sus nombres y memorias se las lleve el paso del tiempo, la indiferencia y el negacionismo, hoy más qué nunca decimos por ustedes ¡presente!
Al finalizar las lecturas, con la voz entrecortada y lágrimas a flor de piel, la compañera dirigenta y educadora Gladys Ulloa, quien fue estudiante de la universidad en aquellos años de dolor, entregó a modo de ofrenda simbólica, un ramo de claveles blancos y rojos al memorial.

“Estoy muy, pero muy emocionada de volver acá a la universidad y encontrarme en esta ceremonia. Quiero pedir, que seamos flexibles como la palmera, transparentes como el agua, que nos asemejemos a las luciérnagas, que cada uno tengamos una luz propia… que seamos como la luna, que iluminemos en la oscuridad, y que seamos como estas hermosas flores, enamoradas del sol pero fiel a sus raíces.” recitó Gladys.

Luego de ese emotivo momento, el viaje conmemorativo continuó hacia el paseo 21 de Mayo, justamente donde se encuentra ubicado el Museo Marítimo Nacional o también llamado “la colina de la muerte” por quienes estuvieron detenidos y detenidas y fueron torturados y torturadas en él. Desde las afueras del edificio, Antonio Oyarzo, sobreviviente a la violencia sistemática cometida por el Estado, nos relató, en la manera de lo posible, las atrocidades y torturas cometidas por la institución de la Armada de Chile, quienes fueron los principales promotores de la violencia estatal en Valparaíso para ese entonces.

Mientras caminábamos recorriendo el paseo 21 de Mayo, Antonio nos fue indicando los edificios que se pueden ver a lo lejos y sus pasados oscuros como guardianes de la violencia sistemática. Él, estuvo en prisión durante dos años, en los cuales pasó por distintos centros de detención y también de tortura, como lo fueron la Escuela de Submarinos (actual Museo Naval), el cuartel Silva Palma, el Buque Lebu, entre otros. Previo a su detención, se dedicaba a ser educador de básica mención de Historia, profesión que dejó de ejercer al serle impedido por decreto de Consejo de Guerra.
“Mi único delito era tener armas, ¿cuáles eran mis armas? la educación. Yo tenía libros, estudiaba historia y trabajaba en educación, ese fue mi delito. Me condenaron a dos años de prisión por ser una persona que tenía una opinión, y después nos mandaron al exilio a Canadá, sin tener posibilidades de volver a trabajar en la administración pública. Son los dolores que tenemos a diario.” Comentó.

Luego de una larga conversación que iba aunando el relato de Antonio con las vivencias de algunas personas de la escuela en torno a aquellos años, continuamos la ruta de memoria en dirección al Monumento a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos por la Dictadura Militar de calle Brasil. Allí, nos esperaba Eduardo Morris, presidente de la Agrupación de Familiares de Ejecutadas/os Políticos y Detenidas/os Desaparecidos de la región de Valparaíso, y Gabriela Palleras, tesorera de la misma, quienes nos conversaron acerca de la búsqueda histórica que llevan desde que perdieron a sus familiares en manos de los instrumentos represivos del Estado.
“La travesía nuestra, que hemos hecho desde entonces, ha sido difícil, compleja y muy asimétrica. Han pasado 50 años, se han muerto nuestros familiares, nos hemos ido deteriorando físicamente, muchos ya no están aquí… familiares buscando o tratando de construir la memoria histórica, de encontrar la verdad, de exigir la justicia, de reivindicar a nuestros familiares que no eran terroristas, delincuentes ni violentistas, eran luchadores políticos sociales y por eso fueron asesinados, hechos desaparecer, detenidos o torturados como los ex presos y ex presas políticas.”


Luego de una escucha activa, consciente y respetuosa frente a los relatos de Eduardo y Gabriela, desde el grupo y equipo de la escuela, se dejó también a modo de ofrenda un ramo de claveles blancos y rojos, en señal de memoria y respeto. Desde allí, nos trasladamos al último punto de la ruta: la Casa Memoria en cerro Yungay.

Johannes Vera, perteneciente al Colectivo 19 de Noviembre, Organización de Derechos Humanos administradora de la Casa Memoria de Valparaíso, nos recibió e hizo un recorrido de memoria en torno a sus historias de lucha y las actividades que se desarrollan en el lugar. Particularmente, destacó la importancia que tuvo el espacio en el periodo de la Revuelta Popular de 2019, el cual fue refugio de muchas y muchos quienes sufrieron la represión de Carabineros en las calles. Desde ese contexto, surgieron diversas reflexiones en el grupo sobre la importancia de mantener activos espacios comunitarios como este y de fortalecerlos en base a la unidad.


Finalmente, luego de un recorrido por el espacio físico de la Casa Memoria en que observamos las exposiciones que ahí mantienen, nos dirigimos hacia el patio para despedir la instancia, agradecer la disposición del espacio y culminar el día cargado de emotividad y memorias.
Josefa Zapata, miembro del equipo coordinador de la escuela, despidió la sesión:
“Agradecer a Johannes y al Colectivo 19 de Noviembre porque nos abrieron las puertas. Ha sido un día que en nuestros corazoncitos, en nuestro espíritu, en nuestra mente, en nuestro cuerpo también, se siente. Han pasado 50 años y son 50 años también de impunidad donde la historia se ha repetido, (…) tenemos compañeros mutilados, sin ojos, muertos, asesinados”. La memoria nos atraviesa y nos constituye y nos ayuda a construir nuevos futuros, a transformar, a accionar cada uno en sus territorios. Lo importante es que nos vayamos pensando ¿qué estamos haciendo por la memoria en nuestros lugares donde habitamos?