
Respondiendo fielmente a la temática del segundo módulo “La Sabiduría de los Territorios”, la Escuela de Formación Popular desarrolló su cuarta sesión recorriendo algunos puntos de la comuna de Puchuncaví, el sábado 12 de agosto. La primera parada fue en la localidad de Los Maitenes, donde el geógrafo Pedro Villaroel, también dirigente medioambiental de la ONG EKUN (respeto en mapuzungun), nos hizo el recorrido hacia el Humedal Los Maitenes Campiche, el cual colinda con el cordón industrial que atenta contra el sector y sus habitantes. Posteriormente, la escuela se trasladó al sitio de memoria Melinka-Puchuncaví, donde Miguel y Patricio, ex prisioneros políticos de la dictadura civil militar, nos trasladaron en un racconto a los dolores y vivencias de aquellos años en un ejercicio de resistencia de la memoria y los ideales por un país mejor y más justo. Ambas organizaciones pertenecen a su vez, a la Comunidad Amiga Melinka-Puchuncaví, creada en pos de acciones en conjunto.
El recorrido por la propiedad de la localidad de Los Maitenes, la cual es la más cercana al cordón industrial, estuvo compuesto por dos estaciones guiadas por Pedro, quien nos llevó por un sendero de cerca de 1 km resguardado por bosque nativo, donde pudimos observar la resistencia de los Bellotos del norte, que según nos explicó el geógrafo sobre la historia del lugar, antiguamente eran utilizados para la producción de botes por sus características de liviandad. Durante la caminata, estuvimos inmersos entre los árboles y arbustos que crearon sus propios microclimas y que de esta manera, resisten frente a la contaminación ambiental y la presión inmobiliaria amenazadora, reforzando la idea de que “Puchuncaví es más que una zona de sacrificio”, como acentuó Pedro, considerando que en el sector hay cinco geositios reconocidos por el Estado.

“Esa es la intención que tenemos nosotros como organización, a que cambien un poco el switch de Puchuncaví como ‘zona de sacrificio’, y que vean que Puchuncaví tiene otras cualidades. Para nosotros es súper importante que cuando ustedes lleguen a sus casas digan “oye sabes que Puchuncaví es más que el cordón industrial, es más que la presión inmobiliaria, es más que la gente contaminada”, Puchuncaví tiene humedales, tiene geositios, un bosque hermoso, entonces esa es la invitación.” enfatizó Pedro Villaroel.
El primer punto de parada fue frente al Humedal Los Maitenes Campiche, allí fuimos testigos de una de las primeras negligencias industriales que afectaron a la localidad. En el año 2015, por un mal manejo de las piscinas de la empresa Monte Carmelo frente a un temporal, estas se desbordaron y sus líquidos se estancaron en el fondo del humedal. Hoy, 8 años más tarde, es posible observar que la contaminación fue tal, que en el sector aún no brota vegetación, la fauna murió o emigró y aún no hay posibilidad de que la tierra del lugar se recupere. Vecinas y vecinos, iniciaron acciones judiciales contra la empresa y protestaron que las sentencias no fueron reparadoras. En este contexto, las y los dirigentes hicieron énfasis en que la legislación chilena no protege al medio ambiente, sino que al contrario, favorece su destrucción.
Continuando el recorrido hacia el segundo punto, Pedro nos fue mostrando los vestigios de las actividades que hace muchos años atrás se desarrollaban en aquellas tierras por sus pobladoras y pobladores, donde además encontramos vestigios que fueron previamente identificados como provenientes de la cultura Bato, cuya existencia data entre los años 860 a.C y 800 d.C. Pudimos también observar rastros de lo que fue una salinera, según registros de cartografías del año 1876, y parte del sitio paleontológico, donde se encontraron restos de ballenas y otros moluscos.
Al llegar a la última parada, nos enfrentamos a una vista que puso en evidencia el chocante contraste entre la vida y la muerte: el complejo industrial y su contaminación casi palpable.
Allí, Pedro nombró las industrias presentes en el sector y pudimos observar casi el 100% de las instalaciones del complejo industrial, cuyas construcciones están sobre las dunas, por lo que fue fácil observar también el contraste entre el suelo claro de arena de las dunas y el negro oscuro del escorial (sitio con escorias de fábricas matalúrgicas), el cuál ha sido botado y acumulado ahí mismo durante los años de funcionamiento de las industrias.

Del silencio profundo en que se había sumergido el grupo frente a el horror de las instalaciones industriales y sus consecuencias medioambientales, brotaron reflexiones en torno a las problemáticas que afectan a los distintos territorios de las y los participantes de la Escuela y también, la necesidad de saber “¿cómo podemos ayudar?” Frente a lo que representantes de EKUN respondieron: difusión. Difusión de esta otra cara de resistencia del medio ambiente en Puchuncaví.
Posteriormente, volvimos a abordar el bus que nos esperaba para trasladarnos al sector donde se encuentra el Sitio de Memoria y ex Balneario Popular Melinka-Puchuncaví. Allí, Miguel y Patricio, pertenecientes a la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví y ex prisioneros políticos del lugar en el periodo de la dictadura civil militar, relataron con sus palabras el sentido del sitio y su lucha constante por los Derechos Humanos, cuyos valores esenciales tienen directa relación con la defensa del medio ambiente.


“Un medioambiente limpio, saludable y sostenible, un Derecho Humano universal. Esta es la unión que tenemos la gente de Melinka y la gente del ambiente, porque para nosotros el problema del ambiente es un problema de Derechos Humanos, como lo fue la existencia de este campo de prisioneros políticos. Haciendo una similitud, con algunas licencias, ciertamente que la comunidad de Puchuncaví ha estado durante todas estas décadas resistiendo, no solamente como una zona de sacrificio sino que también de resistencia y Melinka fue por casi tres años también una zona de resistencia, para que los principios y los ideales por los que llegamos aquí, no fuesen pasados a llevar. Esa es la fuerte ligación que nosotros sentimos en la Comunidad Amiga de Melinka con la comuna de Puchuncaví.” De esta manera abrió las palabras Patricio Rojas Lara.
A continuación, Miguel Montecinos, nos hizo un recorrido sobre la historia del lugar acompañado de la maqueta que tienen en exhibición, cuya misión es replicar la distribución del terreno en aquellos años y también que sirva de acompañamiento para explicar cómo funcionaba el sitio y qué había allí.

“Hace unos ocho años atrás, nos juntamos un grupo de ex-prisioneros políticos de acá y dijimos que algo teníamos que hacer en este lugar. Esto estaba ya totalmente cambiado, no había ninguna construcción de lo que existía, y formamos la Corporación de Memoria y Cultura Puchuncaví, en la cual hicimos un trabajo bien interesante en términos de, primero, que este lugar fuera reconocido como Monumento Nacional; segundo, que la Municipalidad, como propietarios de este fundo, nos entregara en comodato una parte, quienes nos entregan 4.500 m2 aproximadamente, para que construyeramos acá el Sitio de Memoria; y empezamos a trabajar fundamentalmente en la resignificación del sitio y recuperación del espacio, pero también en el vínculo con la comunidad y formamos la Comunidad Amiga de Melinka, para trabajar (en conjunto)”.
Según relató Miguel, originalmente el sitio fue un Balneario Popular, construido por el gobierno de la Unidad Popular con el presidente Salvador Allende, cuya finalidad era ofrecer cabañas de veraneo para alojar a familias de trabajadoras y trabajadores durante algunos días y así hacer posible el sueño de las vacaciones de verano. “Con el auxilio de la Consejería de Desarrollo Social, se prepararon equipos de monitores para animar actividades deportivas, artísticas y culturales dirigidas a niños, mujeres o personas adultas. Cada noche una fogata encendida al centro del campo congregaba a todos los presentes en torno a alegres y prolongadas festividades” (recuperado de: https://melinkapuchuncavi.cl/historia/).


(Imágenes extraídas de: https://melinkapuchuncavi.cl/historia/)
Lo cierto es que el Balneario Popular sólo estuvo funcionando durante el verano de 1973, puesto que la dictadura civil militar se apropió de estos lugares y los convirtió en campos de concentración. Desde septiembre del 73’ hasta 1976, militares tomaron el sitio y lo utilizaron como recinto de detención de presos políticos que no tenían una condena. Allí, llegaban prisioneros de todo Chile, a quienes se les aplicaba la Ley de Seguridad Interior del Estado y, según nos cuentan Miguel y Patricio, el tiempo que permanecían era incierto, podían estar meses o más de dos años.
Obreros, estudiantes, profesionales e intelectuales, en su permanencia en el centro de detención política desarrollaron diversas dinámicas artísticas y culturales, envueltas en el sentido de las enseñanzas y aprendizajes que podían compartir de sus diversos saberes. Desarrollaron artesanías, actos culturales y obras de teatro que estaban a cargo del gran Óscar Castro (actor y fundador del Teatro Aleph), quien también participó de la creación del Sitio de Memoria Melinka-Puchuncaví y lamentablemente falleció hace dos años. A quién, el equipo de la Escuela Co-razonar los Territorios en Valparaíso, respetuosamente rinde homenaje en estas letras por su capacidad de resiliencia que también contagió a otros presos políticos que sufrían el peso de la dictadura.
Como muy bien destaca Patricio Rojas:
“Todos los viernes teníamos actos culturales, había obras de teatro donde había un lenguaje que se usaba para que los carceleros no se dieran cuenta… habían sutilezas, frases que aparentemente eran como esta (VIP) pero que eran todo lo contrario. Este cultivo a la ironía, muy surrealista, es una característica de la resiliencia de estos campos y Oscar Castro es justamente el ejemplo de eso, él trajo la risa a los campos… Oscar Catro tenía una tragedia terrible, su madre y su cuñado son Detenidos Desaparecidos hasta el día de hoy, y sin embargo, su tarea era levantar el ánimo, que no nos vieran derrotados, que no nos vieran vencidos, al contrario, que nos vieran hasta alegres porque la causa que teníamos, justificaba la alegría.”

Al dar por terminada la conversación, y con mucho respeto, la escuela hizo un silencioso recorrido por el sitio, donde pudimos observar por fuera unas de las cabañas donde hacinaban a los presos políticos, que aún están intactas desde entonces, pese a que en un periodo de años fueron removidas del lugar, luego fueron recuperadas.

Posteriormente, nos trasladamos al centro de Puchuncaví, donde el grupo de la Escuela acompañado de las y los participantes de las organizaciones que nos acompañaron en la sesión, compartimos un almuerzo.
Al finalizar aquel largo día de sentires, el equipo Co-razonar propició una actividad de cierre en la plaza de Puchuncaví, donde pudiesen todas y todos compartir las reflexiones del recorrido, de la resistencia medioambiental y la admiración en torno a cómo la comunidad está unida en la defensa del territorio en sus distintas aristas. A la vez, también se extendió la invitación para la siguiente sesión de retroalimentación, que tendría lugar en cerro Monjas el próximo sábado.







