
“La Sabiduría de los Territorios” es el nombre que lleva el segundo Módulo de la Escuela de Formación Popular, iniciado en el sector de la Quebrada los Lúcumos, el sábado recién pasado. La sesión partió con un recorrido por el Parque Comunitario Quebrada Los Lúcumos, donde sus conservadores y protectoras relataron su lucha, para posteriormente dirigirse al Centro de Adulto Mayor Sonrisas y Corazones, lugar en que la vecina Olga Jeria nos contó su historia y la socióloga Patricia Muñoz introdujo a la problemática de los territorios y la identificación de sus riesgos. En el trayecto, las vecinas y vecinos del sector desviaron el camino unos minutos para mostrar el mural que pintaron en homenaje a Lila Valdenegro, vecina del barrio secuestrada y desaparecida por la DINA en el año 1976.
Melisa Pantoja y Alonzo Delgado, pertenecientes a la Comunidad Quebrada los Lúcumos, lideraron el principio de la sesión “Crisis Climática y Educación Medioambiental”, haciéndonos un recorrido por el sendero de bioconservación que han construído, contándonos a la vez, los inicios de la lucha por la limpieza y recuperación de la quebrada en conjunto de las organizaciones Ruta Sustentable y Las Ecológicas de Porvenir Alto. Desde hace aproximadamente cincuenta años, la quebrada estaba convertida en un basural y repositorio de escombros por parte de quienes habitan las tomas cercanas y por parte del Serviu, que en sus inicios, planeaba la construcción de viviendas en el lugar, proyecto que finalmente no se llevó a cabo.
Según sus relatos, la cantidad de basura y escombros era tal, que estaba tapando la calle principal, donde habitan las personas en sus hogares. En ese momento, las organizaciones mencionadas en conjunto de vecinas y vecinos decidieron activar jornadas de limpieza; con ayuda de la Municipalidad, hasta la fecha, han retirado cerca de doscientas toneladas de escombros y han logrado construir la Plaza los Lúcumos, o el mirador, como ellos le llaman. “Todavía queda más por retirar, que corresponde a otra ladera”, mencionó Melisa, apuntando a que es un trabajo que no ha concluído y que requieren de mucho más apoyo para recuperar por completo la quebrada.

“Muy pocas personas caminaban por aquí, porque era muy oscuro, peligroso, la basura estaba llegando ya a la vereda. Vemos ahora cómo a la gente le da gusto pasar por aquí, caminan por la calle, ven el parque, lo ven bonito, todos tienen una visión positiva de lo que se está haciendo, pero esa visión no es solo de un área verde, sino que trae identidad, trae seguridad, bienestar comunitario, trae que entre los vecinos entre ellos se conozcan, que salgan a pasear a los perros… entonces todo ese tipo de factores nos hace ver que el avance es integral y la educación ambiental así tiene que ser.” Comentó Alonzo Delgado.
La quebrada se ubica dentro de la zona que abarca el Acantilado Federico Santa María, único Santuario de la Naturaleza en Valparaíso, declarado por la UNESCO como parte de la Reserva de la Biósfera Campana-Peñuelas, por la alta biodiversidad que lo caracteriza, y aunque específicamente la quebrada no está reconocida como parte del Santuario de la Naturaleza, las organizaciones están pidiendo su integración por ser una zona de amortiguación.
Allí habita un Lúcumo, arbusto endémico de Chile de característica monotípica, es decir, único en su género que no tiene familiares, por lo cual es protegido por la comunidad por su gran capacidad de adaptabilidad y resistencia. A un par de cuadras del lugar, también se encuentra el invernadero comunitario que la organización Ruta Sustentable mantiene, donde también están trabajando en la protección y reproducción de tahai y orquídeas, otras especies que habitan el sector de la quebrada Los Lúcumos, con la finalidad de “erradicar especies exóticas e introducir especies nativas” como mencionó Melisa Pantoja.


Finalizando el recorrido por la quebrada, el grupo comenzó a caminar en dirección a la sede Sonrisas y Corazones, pasando por la histórica cancha de tierra “Juan Montedónico” lugar que las organizaciones recuperaron para facilitar talleres para las y los niños. En el camino, las dirigentas nos condujeron hacia un pasaje donde se encuentra un mural en memoria y honor a Lila Valdenegro, vecina de Porvenir que a sus 48 años de edad fue secuestrada desde su hogar, la noche del 2 de septiembre de 1976, por agentes de la DINA. Desde la fecha, Lila permanece desaparecida. Entre quienes asistieron al mural, surgió un respetuoso “minuto de silencio” por la memoria de Lila y las y los miles de desaparecidos en uno de los momentos más oscuros y dolorosos para el pueblo chileno en la historia del país.

Una vez en el CAM Sonrisas y Corazones, las y los asistentes de la escuela compartieron un café de bienvenida, y posteriormente la vecina Olga Jeria, nos contó sobre su experiencia y lucha como dirigenta de la organización, por la obtención de lo que hoy es su sede central, que unifica y congrega a las y los vecinos de distintos rangos etáreos en el lugar. Allí desarrollan sus reuniones, talleres de adultas y adultos mayores, como también actividades de las organizaciones medioambientales ya mencionadas.
A continuación, el equipo organizador dio pie a la sesión de la académica y socióloga de la Universidad de Playa Ancha, Patricia Muñoz, quien trabaja con temáticas de zonas de sacrificio y crisis medioambiental. La investigadora, marcó la apertura del Módulo 2 con una introducción a la observación de los distintos territorios de Valparaíso y la identificación de sus riesgos y sus causalidades, como lo son los distintos tipos de contaminación y los incendios en la ciudad.
Su actividad dió lugar a profundas reflexiones e intervenciones de las y los participantes de la Escuela de Formación Popular en torno a las denominadas “zonas de sacrificio” y las agendas privatizadoras y extractivistas de los gobiernos de turno. En la instancia, se denunció que la ubicación de las industrias contaminantes tiene mucho que ver con una condición de discriminación de clase, pues históricamente, se han instalado en zonas y barrios populares.
“Nosotros tenemos un lienzo afuera que dice ¡no más zonas de sacrificio en barrios populares! Aquí hay una condición de clase que yo quiero manifestar, porque la gente que tiene el control del capital en este país, no tiene la planta desalinadora al lado, ni tampoco llega el desagüe al lado de su casa, ni tampoco pasa la carretera por afuera de su casa cortándole el paisaje… Ésto es algo de clase. Hay un contexto sociocultural en torno a la quebrada.” Enfatizó Catalina Schiappacasse, vecina de Porvenir.

Al finalizar, Melisa, Alonzo y Pedro, dirigentes de las organizaciones medioambientales que llevan a cabo la lucha de la quebrada Los Lúcumos, agradecieron la instancia y la visita de la Escuela al sector para conocer su problemática. En un acto simbólico por el trabajo que han hecho como comunidad, donaron un lúcumo que fue plantado en el jardín del Centro de Adulto Mayor en presencia de todas y todos los asistentes, instancia marcada por su emotividad y el florecimiento de sentimientos esperanzadores con respecto a la comunión y organización social.
“Hoy tenía una actividad del aniversario de mi padre que está fallecido, pero no podía dejar de venir porque éste es el ejemplo puro de esperanza. Cuando nosotros decimos “no si los jóvenes no están ni’ ahí”, la quebrada los Lúcumos son pura gente joven, que ellos tomaron un territorio y esa conceptualización de sacrificio la cambiaron por la dignidad del vecino, de la vecina, de nuestro pueblo. Es algo que en realidad a mí me enorgullece como presidente de la Unidad Vecinal #170 que corresponde a este territorio. Son personas que van a trabajar a la quebrada, sacan la basura, limpian… es un voluntariado puro, neto y ¡qué exquisito ver eso!, uno se llena de esperanza.” Fueron las palabras de cierre del participante de la Escuela de Formación Popular, Juan Cataldo Ponce.